Bienvenido/a al #1 de la Dichosa, una newsletter donde comemos y charlamos. Si has caído por aquí pero todavía no te has suscrito, te lo pongo muy fácil:
El primer día
¡Tela, tela, tela! Qué nervios. De verdad, estoy nerviosa. Aunque a decir verdad, ¿qué primer día no da nervios? Es lo normal, yo creo. Me acuerdo de mi primer día de campamento de verano (hace ya demasiado tiempo). Estaba tan nerviosa y tenía tantísimo miedo de no hacer amigos que en lugar de esperar a que los monitores hicieran su trabajo, nos dividiesen en simpáticos grupos con nombre de animal y nos tuvieran la mañana entera haciendo todo tipo de juegos para romper el hielo y que salieramos de allí amigos para siempre, yo preferí preguntar directamente, nada más entrar por la puerta, niño por niño, si querían ser mis amigos. No entraré en cuántos amigos hice o no hice, sólo os aconsejaré que no lo hagáis.
Todo esto para decir que estoy nerviosa. Pero también muy ilusionada. Como todo primer día. Significa un montón que queráis recibir otro dichoso email más entre los cienes y cienes que recibimos cada día. Sin ir más lejos, sólo yo tengo 5730 emails sin abrir en mi bandeja de Gmail. Así que, de verdad, gracias, gracias y más gracias.
La receta: Ensalada César
Y después de tanto nervio hecho palabra, es hora de La Primera Receta. Y lo pongo en mayúsculas todo porque es la primera, pero la segunda ya será sencillamente la segunda, todo en minúscula. He decidio inaugurar La Dichosa con esta receta porque aprendí a hacerla durante la cuarentena y recuerdo aquel día como un día feliz. La ensalada César es puro gozo: pseudo-mayonesa, parmesano, anchoa, lechuga crujiente, pan. What’s not to love? Esta ensalada nos alegró a mi familia y a mi uno de aquellos días que parecían siempre el mismo. Además, me hace ilusión contribuir y poner mi granito de arena para hacer justicia a esta vieja conocida. Una ensalada que adoro pero que no me atrevo a pedir en un restaurante por miedo a que aparezca ahogada en su propia salsa. Esta César toma como base la receta de Bon Appétit y me parece perfecta cuando quieres que la ensalada sea el plato protagonista de una comida. Lógicamente no es un plato para todos los días, ojalá. Pero bueno, a mi la ensalada César me hace tremendamente feliz y espero que a vosotros también.
PD: puedes descargarte la receta en PDF 🖨
Ingredientes
Para unas 3-4 personas
El mise en place
Uno de los consejos más sabios que os puedo dar es que preparéis siempre que podáis los ingrediente antes de poneros a cocinar, es decir, respeto al mise en place . Entiendo que da muchísima pereza y resulta mucho más apetecible ir sacando y preparando sobre la marcha. Pero, please, confía en mi. El mise en place ahorra tiempo de limpieza y de estrés. Lo cual es fenomenal para que la comida quede mejor y no acabes con la cocina hecha un cristo y no quieras volver a cocinar en la vida de la pereza que te da limpiar.
Fresco
1 diente de ajo pelado
2 yemas de huevo
Chorrito de limón — sin que caigan pepitas
1 corazón de lechuga romana o cogollos (nos vale la de bolsa como recurso de emergencia)
Pan duro con corteza (A mi me gusta usar la Ciabatta de Cientotreintaº para hacer picatostes)
Despensa:
6 filetes de anchoa — a mi me gusta usar el tarrito si sé que no voy a usar una lata entera.
1 cucharadita rasa de mostaza (de la que más os guste)
Sal
4 cucharadas de aceite de oliva
10 cucharadas de aceite girasol
2 cucharadas soperas de alcaparras escurridas y secadas
Pimienta negra al gusto — para mi, mucha
Lácteo:
3 cucharadas de parmesano rallado para la salsa
Lascas de parmesano al gusto
1. Fríe las alcaparras (opcional)
Soy consciente de que las alcaparras no son tradicionales en la ensalada César y no gustan a todo el mundo. Pero a mi me f-a-s-c-i-n-a-n. En este caso, al freírlas, vamos a lograr una textura crujiente y ahumada que le va de vicio a la ensalada. De hecho, si no os gustan las anchoas, podéis usar alcaparras en el paso 2.
En una sartén o cacerola, añadimos un buen chorro de aceite, calentamos a fuego medio-alto y cuando el aceite esté bien caliente vertemos las alcaparras. Freimos hasta que se hayan abierto, adquieran una textura firme y un color oscuro. Unos 2-3 minutos. Reservamos (apartamos) las alcaparras.
2. Haz la salsa
Realmente, la salsa César es parecido a una mayonesa pero con más textura y más ligera. Entiendo que puede sonar intimidamente pero, de verdad, no es tan difícil y merece la pena. En una tabla corta el ajo, coloca las anchoas encima y echa un poquito de sal. Con la parte de atrás de un cuchillo aplasta todo junto hasta hacer una pasta. Transfiere el pastiche de ajo, anchoa y sal al bol donde vayas a hacer la mayonesa. Yo prefiero hacer la mayonesa con una batidora de mano (o con la Thermomix si tenéis) pero también se puede hacer con una varilla. En el bol de la mayonesa echamos las 2 yemas de huevo, el jugo de medio limón sin pepitas, y la cucharadita de mostaza. Aquí ya depende un poco de la técnica que uséis. Para no hacer este paso eterno, comparto dos vídeos, uno para hacer la emulsión a mano y otro con batidora.
📹Video ayuda para lograr la emulsión (obviamente usando nuestros ingredientes):
Técnica a mano
Técnica con batidora de mano
Thermomix: receta de mayonesa
Es posible que necesites un poco más o menos de aceite, no pasa nada. Cuando ya tengamos la salsa hecha, incorporamos el parmesano y mezclamos. Probamos, rectificamos de sal y añadimos pimienta.
3. Hornea los picatostes
Precalentamos el horno a 180º. Corta los picatostes en daditos pequeños (a mano o con cuchillo, da igual), colócalos en una bandeja de horno y echaun chorrito de aceite de oliva, sal y pimienta negra. Mezcla bien y asegurate que todo el pan está bien impregnado. Al horno unos 10-15 minutos. Sacamos y dejamos enfriar.
4. Prepara la lechuga
Limpia, seca y deshoja la lechuga. Yo normalmente descarto las primeras hojas y las partes más blanduchas. Después, con las manos, rompemos en mitades las hojas. Crac-crac-crac.
5. Monta la ensalada
En un bol coloca la lechuga, las lascas de parmesano los picatostes, la mitad de las alcaparras y la salsa. Mezcla todo bien con las manos. Sé que da pereza eso de mancharse las manos pero es la mejor manera de asegurarnos que todo está bien cubierto de salsa. Transfiere la ensalada al bol para servirla y coloca el resto de las alcaparras. Ralla un poco de parmesano, un poco de pimienta y a comer.
Y creo que por hoy estamos servidos. Aunque os he ido dejando recomendaciones por ahí arriba, aprovecho para compartir dos cosas de las que he hablado bastante esta semana:
Una son las cupping spoons 🥄 Son unas cucharas monísimas, que por lo visto se utilizan en las catas de café y que son una cucada absoluta. También sirven para comer, claro. Yo me he obsesionado con estas de Umeshiso, pero de momento está complicado conseguirlas en España. Os doy el aviso si encuentro alguna que me guste y podamos conseguir aquí a un precio razonable.
El libro de cocina La Buvette de Camille Fourmont y Kate Leahy. Este libro es como dar un paseo por París charlando de comida y vino. Lo cierto es que a través de la historia de La Buvette (su local ideal, divino y maravilloso) y de cómo Camille concibe las recetas que sirve, te ayuda a entender un poquitico ese je ne sais quoi francés tan especial. Por ejemplo, Camille nos cuenta que cuando eran niños, en el cole, por iniciativa estatal, celebraban la Semaine du goût (semana del gusto) en la que enseñan a los niños a reflexionar, distinguir y apreciar diferentes sabores. Camille explica cómo aquella experiencia no sólo era divertida sino que también cree que le sirvió para, desde una edad muy temprana, empezar a entender combinaciones de sabores, desarrollar el paladar y adquirir sensibilidad a la hora de disfrutar del producto. Me fascina, la verdad.
Brutal! Me encanta tu blog, te sigo desde la matrícula roja. Eres súperespecial